La idea que hay detrás no es otra que dejar que sean las mismas personas con un trastorno mental (los maldichos pacientes) se conviertan en agentes activos de su propia mejoría.
De esta forma la persona dejaría de ser alguien que necesita la dirección del profesional (por ejemplo un psicólogo que te dice lo que debes hacer) para convertirse en el protagonista de su propio tratamiento, con el consejo y el acompañamiento del profesional (por ejemplo, el psicólogo que sugiere y orienta).
Lo mejor es que este nuevo paradigma parece tener resultados más que prometedores, ya que es lo que realmente hace que las personas con una enfermedad mental pueda recuperar su autonomía y su capacidad de decisión para vivir su vida como ciudadanos plenos... que es lo que realmente podemos entender por Recuperación (con mayusculas).
